Aviones de papel

  En el momento, esos mínimos segundos en los que cierras tus ojos, piensas, cada poro de tu cuerpo siente, piel de gallina, tus ojos se mojan levemente, anhelar.
 
  Energía, no sólo eso, amor. Cuantas veces no quisiéramos tal anhelo dentro de nuestro abrazo, sentir, piel a piel, calidez, dulzura. Mirada, miro mis ojos, miro lo que tengo mientras están clausurados, miradas de dolor. 

 
  La piel se vuelve más suave y delicada, con el tiempo, con el reloj que marca las once con cincuenta y nueve, todavía no se hacen las doce y pregunto con voz sigilosa, cariñosa a su tono ¿qué hay mundo? ¿me mantendrás aquí? Y no paro, ni modo de perder el corazón que se expande, que siente, se siente frío a la piel, se siente cerca, como una caricia dentro del pecho, una caricia un tanto llena de un poco de dolor.

 
  Le llamamos nostalgia a cierto sentimiento, quizá no tenga nombre, quizá lo descubra escuchando canciones suaves al oído, al alma. Quizá todo ésto no lo perciba tu cuerpo, o sólo sufre síntomas de ello, es ella, tu alma, sólo ella.

 
  Olores que te conservan ser, tacto, hace falta. Similar a envolverse en sábanas de piel propia, en seda, la seda del aura, la seda de la lluvia que te arropa, y que otras, te deja desnudo, tirado en el pavimento, se siente el frío ¿no? ¿sientes tu cuerpo congelado? ¿qué hay de adentro?

Se siente cálido.







Comentarios

Entradas populares